jueves, 6 de mayo de 2010

De vez en cuando viene bien dormir, viene bien, viene bien...

Para M.
Porque despertar no significa que no podamos seguir soñando


Para quienes no hayan leído "El hombre que fue Jueves", de G. K. Chesterton, siento tener que adelantarles que al final todo la aventura resulta ser un sueño de Mr. Gabriel Syme.

No había leído cinco páginas y ya estaba seguro que me había "enganchado" al libro (sobre todo después de un periodo considerable sin leer novelas). Anarquistas - Poetas enfrentados a Policías - Poetas, duelos mentales, actitudes honorables entre enemigos y una trama llena de artificio, pero con un aire de verosimilitud, eran razones suficientes para no separar mi atención de esas páginas. No obstante, y aunque el nivel de agrado en la lectura no disminuyó un instante, comencé a experimentar que la fecunda imaginación del narrador, se transformaba en una indomable fantasía y en una sucesión de eventos forzosamente conectados que me obligaron, como lector (y quizás el autor experimentó algo parecido), a considerar que cualquier final no abrupto era un imposible. Mejor aun, me preguntaba si en este caso la historia sería distinta. Pues no lo fue: Syme lo había soñado todo, aunque, curiosamente, nuestro héroe, no estaba dormido.

Pienso a veces que Lewis Carrol se armó un lío con Alicia y por eso la despertó para sacarla del "País de las Maravillas", pero quiso, tal vez, racionalizar ese paisaje alucinante jugando con el absurdo y la lógica sobre un tablero de ajedrez, escribiendo "A través del espejo". Edgar Allan Poe, ese quien también dijo ¡Eureka!, en su "Narración de Arthur Gordon Pym", al encontrarse con esa figura que poseía la perfecta blancura de la nieva, dejó sólo puntos suspensivos (Jules Verne escribió una continuación: "La esfinge de los hielos"). En la película "Top Secret" Val Kilmer tiene una terrible pesadilla: Ha regresado al colegio en época de exámenes, no ha estudiado y además ha llegado tarde. Despierta aliviado, sonríe y dice: "It was a bad dream, thank God"... mientras dos soldados nazis lo azotan con un látigo.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí: este breve - inmenso relato de Monterroso, así como el "hombre/mariposa - mariposa/hombre" de Chuang Tse, difumina furiosamente esas dos realidades que son la vigilia y el sueño: la primera se empeña en ser real, la otra finge no serlo.

Y yo, para no perder el hilo, me pongo ya mi pijama...