martes, 23 de diciembre de 2014

Divina borrachera

A lo mejor me equivoco, pero recuerdo haber leído en un ensayo de B. Russell que las palabras "teoría" y "orgía" compartían el mismo significado, a saber: Divina borrachera. Añadía Mr. Russell que en los tiempos de las bacantes no existía una distinción muy clara entre un planteamiento genial y la borrachera común (o algo así). Tal como ahora.

Pues bien, con el ánimo de hacer otro (¿otro?) re-regreso, pues regreso aquí, aun a sabiendas que ya nadie lee blogs. Previendo esta falta de interés he ocultado mensajes pornográficos dentro del texto que a continuación se presenta, con el ánimo no de captar su atención de forma barata con contenidos eróticos, pero sí para aligerar o lubricar la lectura. Para aquellas lectoras impacientes que no deseen o simplemente lleguen a la conclusión de que no les satisface el mapa libidinoso que aquí se ofrece, quizás hallen presta y oportuna satisfacción siguiendo el siguiendo enlace, prueba de que el onanismo no es un arte menor:  http://fpem.tumblr.com/post/23019507658/pene-en-ascii

Agotado este preliminar (las agotadas de verdad pueden leer lo que sigue más tarde) entremos en materia y hablemos del beber. No del buen beber, queridas, no. No del acto de acercar una copa a los labios y rememorar la historia de la uva. Del viento, a veces frío a veces cálido, que la acarició. Ni de las manos callosas que la separaron de la vid. Tampoco del machete que cortó la caña. Aquí no se habla ni de procesos de destilación. Ni de la diferencia entre el whisky y el bourbon. No de recetas de cócteles, aunque aquí va una (cito a Kingsley Amis, no me resisto en transcribir):

Lucky Jim

Entre 12 y 15 partes de vodka
1 parte de vermú seco
2 partes de jugo de pepino
pepino en rodajas
cubitos de hielo

"Para este derivado del vodka gibson, procede como con el dry martini donde resulte apropiado.El jugo de pepino es de fácil factura, aunque requiere cierto esfuerzo, y se consigue cortando un trozo, o una serie de trozos, de unos cinco centímetros de largo, para luego someter un extremo, primero, y el otro, después, a un exprimidor  de limones convencional. Vierte el resultado, a través de un filtro para café, en la jarra mezcladora, por encima del licor y del hielo. Agita la mezcla y sirve. Lo que prepares debería ser tratado con respeto, no porque sea especialmente fuerte, sino porque tiene un sabor particularmente suave y anodino. Muestra un aspecto extraño y, de hecho más bien misterioso: una leve coloración y turbiedad en su condición de vino verde de los emperadores chinos vuelto a una vida vigorosa. Por motivos visuales, la rodaja de pepino que dejes flotando en lo alto de cada copa debería conservar la piel. 
[...] 
Probablemente, el personaje cuyo nombre he utilizado para esta bebida torcería el gesto si se la ofreciera, pero sería de los primeros en notar que su aparente suavidad la convertiría en un excelente filtro de amor para señoritas tímidas, si es que queda alguna en esta tierra". 

No, nada de lo anterior. Hablaremos de emborracharse, querida mía. ¿Otra apología a la borrachera? ¡gas! - dirá usted -. Nada de eso, pero también. Pero no todo pueden ser catilinarias... - responde este sobrio escribidor-.

Bien, pues ¿qué le voy a contar yo sobre las borracheras que usted ya no sepa? Quizás nada, quizás todo. Pero como usted lectora es hipotética, voy a asumir que está en la media... ya luego seguirá con la botella entera. O, por dármelas de estadístico, me orientaré por la mediana. Porque así también es como nos despertamos luego de una buena cogorza: medianitas.

El ensayo que mi muy querido D. Miguelito de Montaigne dedica a la cuestión de la embriaguez refleja, como pocos otros de su cuño, su tensión constante entre la templanza, como alta virtud, y la entrega a las pasiones como forma de vida que valga la pena ser vivida.  Tres frases de este ensayo ofrecen una idea aproximada de lo que digo:

"No es el mundo sino variación y diferencia. Son iguales todos los vicios porque todos son vicios, y así lo entienden quizás los estoicos. Mas, aunque unos y otros sean vicios, no son vicios iguales".

"El peor estado del hombre es aquel en el que pierde el conocimiento y dominio de sí"

"Platón alega también que la capacidad de profetizar está por encima de nosotros; que hemos de estar fuera de nosotros mismos cuando la practicamos; es preciso que esté ofuscada nuestra prudencia, bien por el sueño, bien por alguna  enfermedad, o que haya sido secuestrada por un rapto celestial". 

A lo que esto nos comienza a llevar, resulta interesante pero aun ignoto. Apunto tentativas. Aquí una:

Podemos admitir que en la borrachera no hay mérito. Las loas parecen recaer en quien bebe copiosamente sin dar grandes muestras de embriaguez. No ya de evitar la beodez cansina, sino la de conservar la compostura. Pero estos son apariencias, fachadas que no pueden negar la condición.

Pero sobriedad no quiere decir lucidez, y embriaguez no es tampoco opacidad (Anóteme el aforismo, Raquel).

En esos versos perdidos que son la oda al aguardiente, un arriero - que nunca había tocado una copa - despechado en amores decide meterse su primera, y última, rasca. Montado en su mula, ante las bravas aguas del río Cauca a las que entregará, como mísera ofrenda, su sombrero, poncho y alpargates, así como la humanidad portadora de tan apreciados bienes, elevó el arriero su última alabanza, no a la belleza causal de sus cuitas, sino al transparente elixir que apuraba y lo envalentonaba. No recuerdo los versos (nunca los aprendí) pero una declaración sí he cincelado en la memoria: el arriero se lamentaba de que, por ser correcto y buen cristiano, se había privado de todas las virtudes de esa maravillosa pócima, que igualaba a nobles y siervos, a ricos y pobres. Luego se lanza al río. Con mula y aperos.

¿Un imbécil? Quizás. Pero cometeríamos un error, amigas mías, si lo calificamos de bruto a la primera. Tuvo quizás, gracias al aguardiente, su primer acto de conciencia. Al descubrir que su sobriedad le había privado del vivir se da cuenta que todo había sido una pérdida de tiempo. Si hubiéramos coincidido antes, arrierito querido, te habría ayudad a conseguir un comprador para la mulita....

Vuelve K. Amis: "Los antropólogos nos aseguran que donde hay un hombre, se habla. Pese a los amantes de los chimpancés, el único animal capaz de reír es el hombre. Y aunque es posible que alguna tribu no descubierta de la selva aparezca un día de estos y constituya la excepción a la regla, todas las sociedades actuales utilizan el alcohol, como hicieron la mayoría en el pasado. No negaré que compartimos otros importantes placeres con el sector más bruto de la creación, pero debo afirmar el hecho básico de que  la conversación, la risa y la bebida están conectados de un modo especialmente íntimo y profundamente humano". 

Pues sí. La borrachera, el beber es cosa de humanos. Y como humanos nos inventamos eso de la moral. No voy a meterme en líos de defender o cuestionar si emborracharse es algo moralmente correcto o no. Pero sí estoy seguro en que coincidirás conmigo si digo que hay borracheras divinas y otras de los mismos infiernos. Algo de razón lleva el polaco Wojtyla (el papa que dijo que el uso de preservativos era una blasfemia contra dios, ese), quien dijo en 1999 que:  [el infierno] No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida. La misma dimensión de infelicidad que conlleva esta oscura condición puede intuirse, en cierto modo, a la luz de algunas experiencias nuestras terribles, que convierten la vida, como se suele decir, en «un infierno».
Con todo, en sentido teológico, el infierno es algo muy diferente: es la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida". (Hasta aquí la iglesia católica apostólica y romana hablando como jipi sin decir la palabra karma). 

Pero al pontífice le faltó decir que, en términos de borrachera, el infierno que describe se llama resaca. El guayabo mortal que describiera el maestro Feliciano Ríos en la pluma de Arango Villegas. La audiencia papal citada se hizo para desmentir siglos de imágenes de desnudos ardiendo por las llamas y siendo chuzados por los tridentes de diablillos/golum muy lampiños que se ven en los cuadros de El Bosco o de Brueghel. Pobrecitos los pintores de ahora, con estos papas modernos se  agotan los temas...

Pero bueno, ¿y del cielo qué? ¿donde queda la divina borrachera? No se tu, pero yo tengo mis infiernos y mis cielos. Al menos en perspectiva, a todos les tengo cariño. Pero no vuelvo a ninguno, voy por nuevos con los mismos medios, u otros. Se me hace tarde, no he desarrollado el tema y mucho menos he llegado a conclusiones. ¿qué hora es? El viento, la ola, la estrella, el pájaro, o el reloj Beaudelairiano contestan: 

"Es hora de emborracharse. Para no ser esclavos martirizados por el tiempo, emborracharos  constantemente. De vino, de poesía, de virtud, como gustéis". 

sábado, 27 de septiembre de 2014

Young & foolish ..

Minority...

Es la canción que realmente suena. Bill Evans, al piano y un Sam Jones, que te mueve o te conmueva aunque lo ignores, al bajo. Bill Evans, el blanco del "So what"...

Suena "Minority", pero he utilizado el título de otra canción de Evans para darle un nombre a esta entrada. No hay ninguna razón para haber elegido esta, pero sí para rechazar la primera. En primer lugar, el ritmo es casi alegre. "Young & foolish" no es una canción triste, podría pasar como una caricia, sonrisa leve... ah! qué buen piano, la percusión rasga el aire...

... cursi, cursi... Sería la explicación que sería evidente en mis poros y expresiones si alguno de los amables bípedos que leen esto que escribo me observaran detrás de una cortina mientras lo hago.

Pero no hay ningún sentimiento en particular que desee ahora intentar despertar en un anónimo lector o lectora. Es sólo que hace mucho tiempo que no escribo. Por supuesto qué sé que hace mucho tiempo no escribo en este blog, pero lo peor de todo es que hace rato no escribo. Simplemente no escribo, ni para mí. Lo que jode más aun, es que últimamente leo de malagana.

Entonces tengo que escribir, no hay tema. El nudo podrá estar en la garganta, no en las puntas de los dedos que aporrean el teclado (Evans sí que lo aporrea de maravilla en "Night & day"). Tengo ganas de escribir, porque hablar, queridos, es inútil. Por eso jamas seré presidente, nadie escucha...

Ahora, no escribo ahora porque crea en la utilidad de escribir, ni más ni menos. Pero creo, de alguna forma, en que aquello que no es útil, si es sincero, podría llegar a ser bello.

Y claro... la belleza. Tan fugaz, instantánea, siempre efímera. Lo único que permanece. ("Peace Piece").

Ahora el silencio, a lo sumo un balbuceo interior. Aquí paso de lo cursi al patetismo. ¡guácala! ¡fo!

Habrá que evitar caer que caer en la trampa de que la vida es hermosa, pero evitarla no significa sumergirse en el vacío. Pero si ya estamos allí, no entregarse al hooror vacui... al menos no sin un buen equipo de submarinismo, o similares.

Young & foolish... old & idem...



jueves, 21 de agosto de 2014

Mínima

¿Puede alguien que ha decidido rechazar la cruz terminar haciendo cross-fit sin reparo alguno?