Al valle de los caídos
Manso depredador de amor,
del apuesto Christian, las ansias
de Cyrano, el pudor
Una mañana despertaste
y te miraste el calzón.
Notaste que estaba alegre,
y tarareaste una chanson
La muchachita de la breve falda,
Que paciente espera el bus,
No ignora cuando sonríe
De tu entrepierna el obús.
A tu manera, héroe has sido
las carnes de muchas Venus
(y de otras que no lo son tanto)
a las tuyas propias asido.
Las columnas de su templo
(que a diferencia de las de Hércules dicen: Plus Ultra)
también tu tropa ha derruido.
Pero ¡Ay! en tu dulce batallar,
en este valle de amarga existencia,
de repente y sin avisar
llega el día de la impotencia.
¿Qué Dalila tan cruelmente te trasquiló,
derruyendo y llenando de telarañas
el antes orgulloso monolito enhiesto
en el que celebrabas tus no tan bíblicas hazañas?
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